sábado, 1 de septiembre de 2007
6:21 p. m.
¿Alguien se pregunto alguna vez por que tan solo en este mundo mandan unos pocos?, seguramente si, con toda rotundidad podríamos asegurar que dicha pregunta ha sido y será formulada por millones de personas, pero, ¿podríamos decir que alguien la ha resuelto?, a buen seguro y temor a equivocarme diría y afirmaría que no.
Hoy me atreveré a resolver el enigma, y no lo haré desde una tesis política, ni tan siquiera desde un manifiesto o mamotreto filosófico, no, tal tarea debería ser ardua, pero siempre pensé que en la simplicidad de las cosas esta la verdadera aceptación, y todos aceptamos que alguien debe mandar, alguien debe ser un líder que nos conducta en nuestra anodinas vidas. Empezamos desde pequeños, aceptando la autoridad de nuestros padres, seguimos en la escuela aceptando la autoridad de los profesores y acabamos en la vida adulta por aceptar que hay un patrón que nos da de comer. Aceptamos sin vacilación y en aquellos sitios donde hay democracia participamos incluso en la elección del líder político que nos conduce, lo nombramos jefe del estado y dejamos en el peor de los casos que gobierne nuestra vida durante un periodo de tiempo que nunca es menos de los cuatro años.
Lo anteriormente descrito es algo que esta aceptado en la mayoría de las sociedades civilizadas de este planeta, es algo que no tiene ningún tipo de contestación, es un hecho establecido, no aceptar dichas teorías no llevaría a la contracorriente del pensamiento mal llamado moderno y es aceptado a nivel mundial que una organización diferente nos llevaría a la anarquía, el mundo se rige por doctrinas que no están escritas en ningún lado pero que son aceptadas por la gran mayoría de la población mundial.
Pero y si un buen día alguien se le ocurriera decir, basta, se acabo, no reconociendo la autoridad del padre, si a un alumno optara por no reconocer la autoridad de un maestro y esto se contagiara y nadie reconociera la autoridad de nadie, la pregunta sería, ¿Qué ocurriría?
La pregunta esta formulada, dejo al lector que responda, yo no entrare en la resultante de dicha formulación, pero si en su probabilidad, y seguramente lo más probable es que el mundo entrara en estado de caos y anarquía, y os pregunto de nuevo, ¿Y que?, es que en el actual momento en el que nos encontramos el mundo no es un caos, caos por caos, que más da, con una diferencia, generar un nuevo caos no permitirá la posibilidad matemática de alterar el orden de las cosas.
Aviso a navegantes, las izquierdas no tienen la etiqueta o al menos no la poseen en exclusiva de cambiar el orden establecido, es palpable y demostrable que cuando conquistan el poder político se establecen en él y como no tienen el poder económico una vez establecido el poder político se pliegan a dicho poder económico, las derechas, que decir de ellas, no engañan a nadie, pretenden que todo siga como esta, pretender siempre ordenar el caos, su Biblia es la religión y la doctrina económica, y por lo tanto al final de este escrito surge el dilema, ¿Qué hacer?; mi respuesta, mi creencia, mi conclusión es la misma a la que llego Roseau en el siglo XVIII, toda revolución acaba convirtiéndose en dictadura, los levantamientos siempre son aplacados o comprados, solo hay un camino no violento, la NO PARTICPACIÓN, no participen, no elijan, no acepten la autoridad de nadie, cuando el 90 % de un país no participe en una elección no habrá mas remedio que cambiar las cosas, solo hay una cosa en al que se ponen de acuerdo derechas y izquierdas, en que participemos, no le demos ese gusto, tan solo nos quieren para legitimarse en el poder, una vez conseguido, les sobramos, movilicen sus conciencias desde la resistencia pacifica, no habrá nunca ningún ejercito que obligue a una masa silenciosa, la única revolución posible, es la Revolución de las Ideas, cambiemos el mundo desde la pasividad, es menos cansado que empuñar un arma o dar un mitin político.
♥ He Dicho.-