lunes, 3 de septiembre de 2007
9:38 a. m.
Me patea la cabeza una sonora sonrisa, una mueca de desprecio, qué es la sociedad sino esta absurda carrera de favoritismos, las ideas mueren en la ilusión de los que no se atreven a realizar, toda esta pira de inescrupulosos rejuntes de palabras embelezadas por un gusto, todo este desastre diario sujeto por la presión de un mismo sentir, la coherencia devastadora de las horas de tipear y leerlos bajo la lupa de una verdad enrarecida.
Los cuadernos de un devenir tan rápido, cómo saber si estoy representando bien este papel, me pierdo en una organización que no es mía, que no es natural, el instinto de rebaño me aplasta, las acciones bajo el y una conciencia que me despierta a reventar, si entre caricias que me vieron nacer hay tantas espinas, como esperar la muerte dormido en una tranquilidad tan mentirosa.
A veces no sé si pretendo demasiado de mi mismo.
Supuestamente estas angustias de no saber qué, tendrían que haber desaparecido con la adolescencia, pero aquí estoy, en su tablero lleno de casilleros solitarios, los veo tras las rayas que los delimitan y me cargan de palabras mudas que nada esconden salvo el argentinísimo pesar de hablar al pedo. Así sorprendo a algunos de ustedes compilando información adquirida en nefastas jornadas universitarias, así los veo juntando palabras sin sentido, así veo en rededor una nefasta convulsión de un gusto sin definir, así los veo perdidos, perdiendo esta soga que les extiendo desde la claridad de una certeza por la que he combatido absurdamente.
Para que sirve tratar de subsistir entre la mecánica forma de obrar de los hombres telefonía celular, de los hombres enciclopédicos, entre tanta escasez de compromiso y criterio.
Algún día todo acabara, siéntense a pensar.
♥ He Dicho.-