Name: Destilado
Lastname: Neuronal
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La gente forrita
Los Garquines con sonrisas
La gente que dice una cosa y hace otra
Que tomen a la persona como estúpida :$
“Nunca sabrás cuánto te quiero…” - susurró. Sus labios le rozaron suavemente la oreja y su mano revoloteaba por su pecho buscando cobijo como calor ante una fría noche de Julio. La besó. Fue un beso largo, dulce. Su boca se acercaba y se alejaba como jugando, como esperando impaciente el próximo movimiento. “Pues demóstramelo” – respondió él mirándola a los ojos fijamente, como si quisiera ver más allá de ellos. Ella le acarició la cara. Su voz sonó rota: “Mi amor”…El ensordecedor ruido del despertador sonó triunfante rompiendo en añicos el sueño de José, como un cuento de hadas que llega a su fin. Lo apagó con rabia y se levantó. Hacía casi un mes de la muerte de Erika y él no había dejado de pensar en ella ni un solo instante. Incluso cuando llegaba la noche, su recuerdo lo visitaba. Ella era como la reina de un retorcido paraíso onírico en el que el misterio envolvía cada una de sus palabras y en el que la luz se reflejaba en sus brillantes pupilas.Abrió el grifo del lavabo y dejó el agua correr mientras se observaba en el espejo. Su rostro se dibujaba demacrado, marcado por lágrimas secas y horas de desvelo. “¿Qué fue de mis sueños, de mis proyectos de futuro… de mi vida?” José miraba su reflejo fijamente, como si buscase la respuesta en sus ojos, que eran el espejo de su dolor. Erika lo significaba todo para el, tanto que parecía lo que algunos denominaban como un amor enfermizo, de tan dramático y apasionado como era. A menudo solían soñar despiertos imaginando un futuro juntos, planificando hasta el más mínimo detalle, disfrutando de su fantasía. Reían y bromeaban. Pensaban en lo que ya fué y no volverá y en lo que pudo haber pasado y no pasó. A veces también recordaban con melancolía el día en el que se enamoraron. Fue el día en el que se dieron su primer beso. Fue un beso nervioso e inquieto pero tan intenso… Los dos supieron que era amor. Se lo dijeron sus piernas, que comenzaron a temblar frenéticamente al sentir el contacto de los labios del otro. Al separarse, se miraron con los ojos muy abiertos, como dos nenes asustados. Sus corazones comenzaron a latir al unísono a partir de aquel día. José se desnudó y se metió en la ducha. Mientras sentía como el agua caliente resbalaba por su piel, seguía pensando en ella. Cuando cerraba los ojos aun podía sentir sus manos alrededor de su cuello y su dulce voz susurrándole al oído palabras secretas, prohibidas. Se vistió y se pasó una mano por el pelo a modo de peine. Después salió a tropezones del baño tropezando con una toalla blanca que yacía húmeda sobre el suelo. Era tarde, agarró su mochila y salió. Fuera llovía como de costumbre y José tuvo que correr hasta la parada para guarecerse de la lluvia, a la vez que intentaba sortear los charcos que bañaban la calle. Subió al colectivo y se sentó en el primer asiento libre que encontró, al lado de la ventanilla. Mientras observaba la lluvia caer y rebotar contra el vidrio se acordó de lo mucho que a Erika le molestaba la lluvia. Odiaba que se le mojara el pelo y solía hacerse una cola para que no se le alborotara aunque enseguida la quitaba cuando paraba de llover.El colectivo llegó al instituto. Los jóvenes se agolpaban frente a la puerta cargando las mochilas sobre sus hombros; ansiosos por bajar algunos, otros hacían el tiempo en sus asientos esperando pacientes a que el cole se vaciara. José se bajó y comenzó a andar.- ¡José!- era la voz de Aldara, una rubia bajita de ojos vivaces y pelo ensortijado. Se giró. Venía corriendo a pocos metros detrás de el.- Ah, hola - respondió- ¿Qué tal estás?Se acercó y le dio un beso en la mejilla. Él bajó la cabeza.- Bien, creo. Aldara lo miró con un gesto entre compasivo y cariñoso al que José no supo responder. Se produjo un incómodo silencio.- Bueno y… ¿pudiste estudiar algo? Si querés yo podría…- No, no te preocupés – respondió José, tajante. – Está todo bien.- De acuerdo, como quieras. El timbre sonó, y un pelotón de jóvenes estudiantes se fué formando a las puertas. José se apoyó en la baranda que lindaba con el estacionamiento.- ¿No venís? – preguntó Aldara- No – respondió echando la vista hacia atrás - Voy a esperar a Juan, podés ir entrando si querés.- Está bien, hasta luego. Aldara bajó la cabeza y se fue, algo molesta. Era innegable que intentaba evitarla, no valía la pena seguir intentándolo. José la miró mientras se alejaba. Erika la odiaba, bueno, puede que no fuera odio pero si cierta antipatía. La razón es que Aldara estuvo siempre interesada en José pese a que sus intentos de acercamiento fueron inútiles, si fueron incitadores de peleas entre la pareja. Ahora que Erika se había ido, la sola imagen de Aldara frente a él le producía aversión. José dejó su mochila en el suelo y se sentó. Juan tardaba. Era probable que se hubiera quedado dormido, rendido tras largas horas frente a la compu. Se podría decir que Juan era el mejor amigo que José tenía en aquel momento. Era un chico alegre y locuaz que vivía cerca de su casa y solía pasar horas enganchado a la red tragando y acumulando basura cibernética. Desde la muerte de Erika, él había sido un gran apoyo para José. El murmullo del gentío, propio de primera hora de la mañana, se fue extinguiendo poco a poco y el silencio envolvió el patio del instituto, como en una mañana de domingo. Arrullado por el ligero susurro de una brisa suave, José se sumergió de nuevo en sus pensamientos, en aquel pozo lleno de preguntas que se hallaba en su mente. No podía entender el porqué de muchas cosas. Erika se había matado así, sin más, sin ni siquiera dejar una de esas notas que suelen escribir los suicidas. Los recuerdos de aquella noche le vinieron a la cabeza, lo hacían a cada instante, incitando el dolor, provocando que creciera más y más cada vez. Él dormía. Su madre lo despertó para decírselo y salieron corriendo para el hospital. Cuando llegaron ya era tarde, no había nada que hacer: Erika se había atiborrado a pastillas y su cuerpo no lo había resistido. Era indudable que lo había hecho de manera intencionada. Quería matarse, no había otra explicación, pero, ¿porqué?José agarró su mochila y entró, definitivamente Juan no iba a venir. Mientras cruzaba la puerta del instituto se acordó de una frase que le decía Erika todas las noches: “que tengas dulces sueños y un bonito despertar”. Aterradora ironía, aquella noche había tenido el peor despertar de toda su vida. (Esta Historia es Ficción, los personajes son de "mentirita", fué escrito con la intención de pensar un escenario irreal solo hasta el momento de la realidad...) Grax Mekr!
Todos los y las lacras que me hacen enojar y por ellos escribo lo que escribo.
A los roedores de mentes hijos de 1000 meretrices que están currando a dos manos sin hacer nada salvo jugar con las Ilusiones de personas.
A las personas que se cruzaron en algún momento de mi vida, sin las cuales jamás podría haber aprendido el camino de la rectitud al observar sus indeseables actos.
A la vacuidad de algunas morales que solo son fachada de la mierda que se lleva por dentro, mas vale tener poco que tener mucho de prestado.
A vos por leerme y hacerme saber que estoy haciendo algo que te afecta por eso siempre me copiás y puteas...al que no le importa no hace nada lacras!.