martes, 15 de enero de 2008
5:39 p. m.
Buscando unos proyectos en la compu encontré este rejunte de cartas que por cosas de la vida jamás mandé y por las cosas que me pasaron hace poco es como si hubieran antelado el fucking future hace tiempo, lo publico en "honor" a las personas que una vez caído aparecieron y me demostraron que el amor esta siempre donde uno menos lo imagina y justamente eso vale cada momento de soledad y lucha, aunque ese momento sea más breve que el tiempo que me tomó escribir esto, gracias a todos!.- ( MC INM LT gracias a ustedes)
Carta de despedida
Algunas cosas empiezan de la manera más loca. Menos esperada. También terminan así. Es terrible en esto del amor cuánto tenemos que luchar al terminar una relación, entre la costumbre, la rutina, el orgullo, y todas esas cosas que se confunden en la mayoría de los casos con el amor.
Algo aprendí después de mi última relación: separar amor de todas esas cosas. Intentar mantenerlo en su estado más puro y dejar que vuele. Y mágicamente, todo se desvanece, ya no hay dolor. Un poco de melancolía… un poco de tristeza…. pero al final, no hay dolor. Solo paz. Tranquilidad de haber hecho lo correcto.
Pero muchas veces, eso se contamina con el orgullo, los caprichos, la inercia de la misma relación entre dos personas, y comienza a rozar con lo obsesión. Todo es tan simple a veces. Tan simple con ser sinceros, con uno mismo sobre todo.
Acá encontré esta carta. Que habla de una despedida. Que parecía imposible. Pero una despedida que fué.
El orgullo es necesario. Pero no en muchos casos. Sobre todo cuándo el orgullo no te deja ser. Cuándo te cierra los ojos.
Suspendido en un lugar, en el tiempo un día del algún mes de noviembre en vaya a saber qué año
Hola
Esto debe ser una de las cosas que más me costaron y dolieron.
Es rarísimo estar inmerso en un mundo de sentimientos que van y vienen de manera desenfrenada dentro mío. Hay cosas que creí que no volverían a pasarme, porqué creí saber mucho acerca de esto del amor. Creí saber lo suficiente como para no equivocarme.
Sin dudas es evidente que tengo que aprender que en esto del amor las experiencias a veces no sirven de mucho. Uno vuelve a caer otra vez en los mismos juegos. En las mismas trampas. Y lo peor de todo, que sumado al dolor de eso se suman el dolor de sentirse un idiota.
Quisiera decirte tantas cosas. Lamentablemente no me queda otra que plasmar mis palabras en un papel que no entiende bien lo que pasa. Quizás critiques el medio. Pero la única razón es porqué no podría hacerlo de otra forma. Si tal vez me vieras ahora lo entenderías.
Yo soy siempre el que aconseja a todo el mundo en temas de amor. Conozco miles de situaciones diferentes. Muchas que me tocaron vivir a mí, y situaciones que particularmente me hicieron tocar a veces no sé si el fondo, pero era demasiado hondo para mí. Otras que le han pasado mis amigos, amigas. Y nunca termino de sorprenderme.
Pero hoy tengo que decirme todas esas cosas que dije a mis amigos, mis amigas, mi mismo. Porqué simplemente no tengo con quién hablarlo. Tal vez por orgullo. Y quizás también por vergüenza.
Es evidentemente algo se nota en mí, no puedo taparlo todo. Porqué por esas cosas raras que tiene la vida, más que nunca estoy rodeado de mis amigos. Más que nunca me preguntan que me pasa. Que dónde dejé esa sutil felicidad que tenía hace no mucho. Donde dejé ese brillo de mis ojos. Donde dejé las ganas. Porqué dejé de ir a verte. No son tontos, me conocen. Algunos lo suficiente como para darse cuenta cuándo sin querer los llamo porqué si para hablar.
Duele tener que mentir cuándo me preguntan ¿cómo estás? …
“Muy bien, acá ando…”. Digo con mi mejor cara de salame, cuándo no puedo disimular este dolor que a veces creo que me parte en dos. Pero mucho más duele saber que ellos se dan cuenta que es casi todo lo contrario.
Pero así son las reglas.
Y así es la agonía. Siempre dije: prefieron un dolor agudo y corto, a uno largo y suave. Ahora solo tengo que esperar que llegue la hora en que todo muera por fin. Y volver de nuevo a nacer. Tal vez un poco más fuete, porqué eso es lo que dicen: “lo que no te mate, te hace más fuerte”.
Ya te imagino leyendo esto y asintiendo. Pero no te equivoques, ser fuerte no significa volverse “insensible”, “frío”. Eso es volverse cobarde. Qué es muy distinto a ser fuerte. Yo podré ser muchas, pero no un cobarde.
Siempre digo:
“Hey… la vida sigue, el planeta sigue dando vueltas, no te podés quedar ahí sentado mientras tanto porqué estás mal”.
Es más, creo habértelo dicho en más de una oportunidad. Cuándo éramos amigos, tu buen amigo que siempre intentaba de alguna manera hacerte cambiar las tontas decisiones que tomabas porqué sí.
Pero qué lo tiró las patas, es difícil seguir andando cuándo estás atado a algo y eso que te ata resulta ser algo que amas con más fuerza de las que tienen tus piernas para caminar hacia adelante.
Ahora aprendí que tendré que tener cuidado la próxima vez que diga esto.
Pero bueno, en honor a lo que enseñé a muchos, tendré que sacar esas fuerzas. No sé de donde. Una forma fácil de hacerlo sería inyectando algo de bronca, odio, ira. Sería más fácil… claro que sí. Pero sería una actitud cobarde, deshonesta. Y creo que dije que eso es algo que no soy. Así que tampoco puedo hacer eso.
¿Sabes algo? Creo que la única forma que me queda es salir de esto sin mentir. No voy a salir a decir que no te amo, porqué es mentira. Y ya me mentí conmigo mismo al estar con vos. Y así me fue. No más mentiras. No más engaños. Solo verdad. Y que sea tal vez lo que Dios quiera.
No voy a decirte que no te extraño. Porqué me muero de ganas de estar con vos.
No voy a decirte que no te necesito. Porqué me haces falta, y tal vez más que nunca.
No voy a decirte que no quiero llamarte. Porqué no respiro cada vez que tengo el teléfono en mi mano y mis dedos se van solos discando tu número y se me congela la sangre al escuchar la maldita operadora (cero tres cuatro…) y volver a insistir muchas veces… A veces obsesivamente… otras veces desesperadamente.
Tampoco voy a decirte que no quiero que me llames. Porqué en lo primero que pienso cuándo suena el teléfono es en tu voz.
Para que mentir. Si no puedo. Se me nota. Es algo que no puedo hacer.
Lo lógico es que tenga que decirte todo lo contrario para hacer las cosas un poco más fácil. Pero hay algo más importante que mi puto orgullo: lo que te prometí.
Prometí no mentirte. Y eso me juega contra ahora. Me mata. Porqué podría salir de esto por el camino más fácil de no haberte prometido algunas cosas. Pero lo hice. Y a pesar de que podría quitar esas promesas, no puedo. Porqué no te voy a dar la posibilidad de que digas: “Me fallaste”…. Nunca.
No es que me arrepienta. No… para nada. Uno promete algo cuándo está seguro que puede cumplirlo. Y si de algo estoy seguro es de mi palabra, de mis promesas. De lo que dije esa noche mientras me pedías que no te mintiera como muchos (o todos) los demás lo hicieron antes.
De las quinientas cartas que creo escribí estos últimos días, esta es la que va a ir a parar a tus manos. Porqué es la más sincera. Pero también la que más me duele. Porqué la verdad, duele a pesar de todo.
Más aún si tenés que imaginarla.
Peor aún cuándo eso que imaginás termina siendo verdad, aún cuándo te dicen que eso que pensaste eran “pavadas”. A veces las pavadas terminan siendo reales.
Ojala y algún día entiendas que todo fue verdad. Puedo entender que estés “quemada”. Que te mintieron y te cuesta creer. Te cuesta confiar porqué te traicionaron de la manera más sucia. De la manera más cobarde. Y de la manera más estúpida: delante de tus ojos.
Entiendo muchas cosas y más de las que crees. Pero no entiendo las mentiras. Tus mentiras.
No te pedí que me amaras.
No te pedí que me quisieras.
No te pedí que me extrañaras.
Solo te pedí que conmigo no seas falsa. Te pedí que fueras sincera. Te pedí que no me fallaras. Pero no pudiste cumplir con eso.
Tu retruco sería ahora “vos sabías en lo que te metías, vos sabías como era todo”.
Si, lo sabía. Vale cuatro.
Pero las reglas fueron simples. Claras. De repente todo se llenó de dudas. Lleno de mentiras. Lleno de excusas baratas.
Al final, después de todo, no tengo idea que hubo de real en lo que no sé si fue o no fue. Porqué ya te lo dije una vez: lo que se basa en mentiras nunca es.
Nunca existe.
Le pongas los colores que le pongas. La excusa que quieras ponerle.
Te duela o no, es algo que algún día vas a tener que aceptar. Aunque duela. Porqué no te voy a decir que no duele aceptar algunas cosas. A veces vas más allá: desgarra.
Te dije que sentía que estaba en el medio.
Me dijiste que “No, no es así… yo quiero esta con vos”
La historia sigue, los planetas encuentran su lugar en el universo. Yo encontré el mío, y casualmente termina siendo el lugar que dije que era. Pero ahora ya no estoy en el medio. Me corro.
Mejor dicho, me corriste al elegir como te lo dije la última vez que hablamos.
Por fin esa noche entendí cuál era mi lugar. Esa noche comprendí que todo lo que hacía no era nada.
No significó nada. Fue simplemente nada.
Sentí desprecio en su más dura expresión por todo lo que te dí. Me sentí que fui usado, burlado. Y en una persona como yo, duele. No me gusta nada.
No fue fácil bancarse eso y creo que es lo último que una persona quisiera sentir.
Al menos yo personalmente. Pero con tu actitud lograste demostrármelo claramente y de la peor manera que podías hacerlo. Todo con tu elección. Que por supuesto, ya la habías hecho antes para el cumpleaños de 21.
Solo que de alguna manera lo soporté.
Y te oculté lo que sentí, por no hacerte sentir mal. Como que si fueras a sentirte mal.
No sé en verdad si jugaste o no conmigo. Si me usaste. O lo que sea. Quisiera creer que no. Pero la realidad me demuestra otra cosa. Tus palabras “puedo ser falsa”, “no deberías confiar en mí”, “no deberías creer en mí”, “no sabés quién soy”, “soy traicionera” lo dicen claramente.
Y yo imbécil no quise escuchar. Perdoname, Sabés? debí haberte hecho caso.
Claramente lo dice una canción. El problema no eres tú. El problema tal vez sea yo y mi utopía de amor. Mis sueños, mis ilusiones. Esas cosas a los que no se animan muchos. La mayoría porqué tienen miedo, aunque digan que no le tienen miedo a nada. Sin embargo suelen ser los más cobardes porqué le tienen miedo a lo más elemental: al amor. Y de ahí, para arriba no hay nada a lo que le puedas temer.
Y ahora ya me tengo que ir. Tengo que hacer un poco de fuerza, necesito levantarme y salir a caminar. Tal vez me ayude a bajar algo de peso. Supongo que algo bueno tenía que tener todo esto después de todo: “no hay mal que por bien no venga”.
Ufffff…. Vaya. El mundo se me escapó de las manos. Mañana lunes tengo que ir detrás de el. Alcanzarlo y subirme de nuevo a mi lugar y dejar algunas cosas atrás. Entre ellas vos.
El problema es que duele. Duele desprenderse. Pero tal vez sea un mal necesario. El tiempo lo dirá.
No quisiera hacer esto, pero solo me voy a llevar algo que dejé en tus manos sin que me lo pidieras, por eso no puedo reprocharte nada: mi corazón.
No es que no quiera dejártelo. Ojalá y pudiera estar con vos para siempre. Pero es como que necesita algo de arreglos… ¿sabés?, como explicarte, necesito cuidarlo un poco para que recupere. Para que sane y vuelva a latir. Y vuelva a ser yo de nuevo.
Necesito ponerle esas alas que tal vez sin querer le arrancaste en un descuido. Necesito hacerle entender que no es que sos una mala persona. Necesito explicarle que la personita que conocemos está escondida detrás de algo que no podemos pasar. Y aunque yo quiera ir y romper todo, no se puede. Tengo que recordarle que te prometimos no lastimarte.
No podemos obligarla a salir de ahí si no quiere aunque por dentro tengo la extraña sensación de que si quiere, porqué alguna vez me dijo “te necesito”. Dos palabras que no puedo arrancar. Dos palabras que no puedo olvidar. Y jamás voy a olvidar. Porqué laten y se grabaron en mi: solo porqué creo que es la única vez que me dijiste la verdad. Pero lamentablemente no estás dispuesta a asumirlo.
Lo siento… pero supongo que sabrás entender.
Y ahora tendré que correr mucho… y ya se me está haciendo tarde, el mundo sigue dando vueltas.
La verdad, que fue un gusto enorme conocerte, de verdad. Mucho más maravilloso fue amarte y tenerte conmigo. Como te lo dije alguna vez: me haces sentir chiquito a tu lado…. y a la vez el hombre más afortunado y grande del mundo. Claro, tal vez no me creíste… Supongo que pensaste que es un verso más.
Ya no importa. No tenías porqué hacerlo. Es demasiado lindo. Es demasiado hermoso que te digan eso. Y esas cosas es como que le tenés terror.
Verás, vas a terminar de leer estas líneas y vas a entender que no miento. Que fui sincero y lo que siento y lo que me pasa hasta es tangible. Lo podés tocar. Lo estuviste tocando sin darte cuenta. Sin quererte dar cuenta.
Te prendiste en detalles negativos que no me diste oportunidad de pulir. De acomodar. Pero bueno, es lo que vos elegís para tu vida. Ojalá pudieras ver el otro lado de las cosas. Ojalá pudieras.
Ahora te estoy hablando con lo poco que queda de mí. Nunca hubo cosas que te dijeron que había. O que te inventaste vos misma no se para qué. Tal vez para buscar un excusa? Ahora ya no cuenta. Ya no importa.
No voy a meter acá todo lo que te dijeron, tus “amigos”… Para qué… no vas a entender nunca lo que tenes que entender hasta que una verdad te lastime. Y espero no estar ahí cuándo eso pase.
Y ahora, antes de irme, si me lo permitís quiero devolverte algunas cosas y tal vez quedarme con algunas:
Te devuelvo esos pensamientos que pusiste en mi cabeza. También los que vas a poner. Cosas que ni pasaron, no pasan y tampoco van a pasar. Yo me quedo con lo que creo que es verdad.
Te devuelvo las mentiras que no te pude creer. No las quiero. Me quedo con los hechos que hablan de vos por si mismos.
Te devuelvo mis ilusiones y planes de presentar a la chica que había aparecido en mi vida a todos mis amigos.
Te devuelvo tus ojos. Lo más bellos que nunca tuve. Me quedo tan solo con algunas de tus miradas.
Te devuelvo mis ganas a que llegue el fin de semana para verte.
Te devuelvo mis ilusiones de irte a esperar a la Terminal e irte a buscar y abrazarte. Te devuelvo ese “encuentro imaginario”.
Te devuelvo mis planes para cuándo estuvieras acá compartiendo mucho de lo que tengo aquí, cuándo no pudiste entender en realidad está mi vida acá, no en otro lugar.
Me quedo con la primera vez que te conocí. Un día en un lugar maravilloso, cristalino como tus ojos. Tal vez algún día sepas porqué esperé tanto tiempo. Y vas a entender lo que son las personas a las que vos llamas amigos y decís que querés mucho. Y porque a veces te celaba con determinadas personas.
Te devuelvo mis pensamientos de “la veré o nó esta vez” cuándo iba viajando hacia ese lugar cada bimestre por laburo.
Me quedo con “tus pavadas” graciosas que me hacen reír y divertir. Y que pensaste que yo pensaba que eran pendejadas.
Me quedo con esas largas despedidas que duraban hasta el sol nos corría y me hacía volver.
Me quedo con esos largos y apasionados besos que a veces nos dejaban sin aire. Sin aliento. Volvían en una mirada. Y parecían no tener fin.
Te devuelvo mis locas ganas de algún día ayudarte con tu proyecto. También te regalo todo ese tiempo que ahorré para poder hacerlo.
Te devuelvo todos los líos que tenía que hacer para llegar a tiempo a verte. E igual me tildabas de impuntual.
Me quedo sin una canción para los dos. Aunque tengo muchas que me remiten a vos. Especialmente dos.
Te devuelvo el “no me llames más, total”.
Te devuelvo el desprecio y el sabor amargo que dejaban en mi alma tus reproches sin sentido.
Te devuelvo el sabor agridulce cuándo me dijiste “me puse celosa” por determinada persona. Yo también sé que el problema no es mi relación con ella, sino con otra persona. Pensar que casi me lo creo.
Te devuelvo las pocas historias que te conté mientras cantabas y no me escuchabas, o estabas en otro lugar.
Te devuelvo las lágrimas que oculté mientras te ibas a otro lado cuándo escuchabas una canción.
Te dejo una canción: Stuck in a moment… (Atrapada en un instante) (Tema 1)
Te dejo otra canción: I would do anything for love. (Haría cualquier cosa por amor) (Tema 2)
(en esa secuencia)
Te dejo mi deseo de que seas feliz.
Te dejo mi rezo a Dios para que otro te pueda ver como yo te veo y amarte como te lo merecés. Y que pueda hacerte feliz.
Te dejo un grito apasionado, desesperado y agonizante: TE AMO. En el que queda toda mi voz sonando en cada estrella. A esas que culpas porqué en la vida te va mal.
Te dejo el chocolate que me olvidé de darte ese Sábado.
Te dejo un montón de direcciones que pueden servirte para tu proyecto.
Te dejo una sopresa que quería darte, algo que te comenté y te gustó: lo que necesitabas para proyectar tu empresa, tu proyecto. Ojala y algún día llegues a lograrlo. Siento no poder estar ahí.
Te dejo mi amistad. De esas que no creo que tengas. Me digas lo que me digas.
Te dejo mi ganas locas de cuidarte.
Te dejo mis estúpidos celos, celos que nacían no de desconfianza. Celos tontos que no supiste entender. Que causabas y después no te la aguantabas.
Te dejo todas las lágrimas que derramé mientras escribía estas líneas. Mi falta de aire. El dolor. La amargura. Todo lo dejo todo aquí.
Y me quedo con lo que no puede dejar de sonar en mi alma, dos palabras: “te necesito” que alguna vez me dijiste de verdad, cuándo por un momento decidiste salir de tu cascarón y ser vos misma.
Adios…. Mi amor….
PD: Hubiera querido regalarte tres rosas este martes… pero es otra de las cosas que dejo… Pero no importa, igual no te ibas a acordar de nuestra fecha. Aunque no creo que me las pueda aguantar. A veces el amor puede más.
♥ He Dicho.-
me encanto.
sin palabras