lunes, 28 de noviembre de 2011
7:12 a. m.
Ayer hice trampas..., me paré a leer un nuevo libro, de un autor desconocido, creo que no ha sido capaz de vender ninguno de sus relatos, quizá por falta de talento o porque nadie ha sido capaz de comprender su locura.
La historia empezaba como todas, en sus primeros capítulos nos presentaba al protagonista, así como a otros personajes que más tarde tendrán una gran importancia, explicaba su infancia entre abuelos, primos y amigos; todo era nuevo a cada página que leías y siempre con viejos recuerdos.
Habla de su infancia como parte de una feliz historia, recuerda arroyos entre montañas y unas pocas casas bajas...recuerda sonrisas entre juegos libres de cualquier mal entendido.
Pero es a partir del capítulo 13 cuando la trama empieza a coger forma, los pensamientos del autor se leen más claros, todo comienza a tener sentido, parece que el que escribe comienza a saber que es lo que siente, manteniendo ese nivel hasta el capítulo 18 donde todo queda expuesto sin ningún tipo de recelo, no quedan secretos que poder ocultar y parece que el autor trata de sacar todo lo que ha guardado durante mucho tiempo, aparecen amores de niños, cartas prohibidas, miradas con pecado, idas y venidas...
Después de aquello el libro tiene un pequeño bajón durante bastantes páginas, explica cosas que no te hacen sentir nada nuevo, nada que no hayas experimentado ya; en este momento he estado a punto de dejar de leerlo ya que no me producía ninguna sensación; pero como en la vida, tan solo ha sido un momento de descanso del autor porque hacia el capítulo 27 se ha llegado a la parte más sobervia del relato, aparecen personajes ya desaparecidos pero que comparten la misma importancia que el propio protagonista, se nota hasta en el olor de las hojas que huelen como huele el comienzo de el verano, todo se entrelaza disfrazado de una correcta relación familiar, se nota la pasión puesta por el artista, así como las ganas de amar a quién lo lee.
Envidio todo aquello que él escribe porque quisiera haberlo vivido en primera persona, quisiera conseguir amar como ama quién escribe, supongo de todas formas que tanto amor tan solo está al alcance de unos pocos elegidos que tengan el corazón a prueba de caminos largos...
Y he echo trampas...mis manos me han guiado hacia el final del libro absorvido por la obsesión de saber como acabaría toda aquella orgía de ideas... y ha sido de lo más sencillo de comprender, después de haberlo echo llego a la conclusión de que no me hace falta leer nada más...me he visto a tu lado disfrutando de nuestro final juntos, amparados en amores que llegan desde el pasado y que en su futuro está la respuesta.
He escrito y leido mi propia vida...haciendo trampas para dirigirme hacia tí.
♥ He Dicho.-